Donde el café se toma en serio — Dentro del negocio con propósito de Caffa

3 de noviembre de 2025

3 de noviembre de 2025

Ubicaciones:

La Castellana: Cra 49 # 91 - 15Calle 83: Cl 93b #16-66Torre Samsung: Ak 7 #113 - 43 Local 103

Hay cafeterías que persiguen tendencias, y está Caffa — una marca bogotana que no lo necesita. Su fortaleza no está en reinventarse, sino en refinar. Es un espacio donde el propósito se encuentra con el sabor, donde el café de especialidad no se guarda como un secreto, sino que se comparte.

Fundada bajo la convicción de que el buen café puede educar, empoderar y conectar, Caffa se ha consolidado como una de las marcas de café de especialidad más distintivas de Bogotá. Su lema, “Democratizando el café de especialidad”, lo resume todo. Buscan que el café excepcional sea comprensible, disfrutable e inclusivo, sin perder su técnica ni su dignidad. Y tal vez la frase que mejor los define es la que le repiten a cada cliente: “Queremos que salgas más feliz de lo que entraste.” Y lo dicen en serio.

De los tintos de la tiendita al café de especialidad

Antes de la marca, antes de las sedes, antes del diseño elegante y las bebidas curadas, había tintos que se vendían en las calles de Bogotá. La historia de Caffa comienza humildemente, con un impulso emprendedor nacido de la pasión y la necesidad. Su fundador empezó sirviendo café en buses y parques, preparando algo simple pero profundo: conexión.

Esa base —accesibilidad, calidez y respeto por el cliente— sigue definiendo a Caffa hoy. Por eso su servicio se siente personal. La empresa evolucionó de esas mañanas callejeras a convertirse en un referente del café de especialidad, con sedes en Calle 93, Torre Samsung, Castellana y la Universidad de los Andes.

Cada espacio es una evolución silenciosa de aquel primer puesto callejero. Moderno, minimalista y elegante, pero nunca pretencioso. La historia ahora se cuenta puertas adentro, pero el espíritu es el mismo: café servido con honestidad.

Un ecosistema cafetero

Entrar a cualquier sede de Caffa es notar algo más allá del aroma: un sentido de propósito. No son cafés diseñados para selfies o trabajo remoto. Cada local funciona como un micro-laboratorio del café colombiano, donde las bebidas se preparan, se explican y se disfrutan con intención.

La misión de Caffa va más allá de preparar café; se trata de comprenderlo. Ofrecen catas, sesiones guiadas y talleres multilingües para individuos y empresas. Seas principiante o profesional, la experiencia te invita a explorar el sabor, la técnica y el origen.

Una de sus experiencias emblemáticas, Three Musketeers Tasting, permite probar tres cafés distintos uno al lado del otro — un viaje sensorial a través de la acidez, el cuerpo y el aroma. Simple pero revelador, captura la esencia de la marca: educar a través del disfrute.

Caffa funciona como un ecosistema donde los baristas no son simples servidores, sino narradores que conectan la curiosidad del consumidor con el arte del productor.

Del grano a un futuro mejor

Detrás de cada gran taza hay un ecosistema de personas, y Caffa no lo olvida. Su conexión con las regiones cafeteras de Colombia es profunda. Sus alianzas con productores van más allá del comercio: buscan crear relaciones justas, sostenibles y educativas que beneficien a todos.

Caffa paga por encima del precio de mercado a sus caficultores, reconociendo la calidad y fomentando la estabilidad económica en regiones como Cauca, Norte de Santander y Pacho. Pero el dinero es solo una parte. También apoyan iniciativas de educación financiera, capacitación técnica y sostenibilidad ambiental, garantizando que los productores crezcan junto con la marca.

Su enfoque demuestra que la excelencia cafetera no empieza en la barra, sino en la finca. Cada compra apoya una cadena de valor que eleva comunidades enteras, convirtiendo cada taza en un acto silencioso de participación en algo más grande que la cafeína.

Dónde el café enseña

En Caffa, la educación no ocurre en aulas, sino sobre una mesa con café. Cada sede funciona como un espacio de aprendizaje donde la curiosidad es bienvenida y el conocimiento se comparte sin pretensiones.

Los visitantes pueden participar en catas, aprender sobre métodos como V60, Chemex o prensa francesa, o simplemente conversar con baristas dispuestos a explicar qué hace diferente a su café.

Este enfoque educativo no es solo para los clientes, sino también para su equipo. Caffa invierte en formar a sus baristas no solo como preparadores, sino como representantes de su filosofía: conocimiento, servicio y sinceridad. Así, han borrado la línea entre cafetería y aula. Ya sea una sesión corporativa o un viajero probando café colombiano por primera vez, Caffa convierte el acto de tomar café en un intercambio cultural — una conversación que conecta finca y taza, persona y propósito.

¿Qué historia cuentan estos cafés?

Si cada café tiene una historia, Caffa ha perfeccionado el arte de contarlas. Su línea de cafés de origen resalta tanto la diversidad como la identidad, cada bolsa llevando consigo una parte de la geografía y el trabajo humano de Colombia.

Castillo Fermentado – 36 Horas, producido por Viviana Rubio, una joven caficultora de 11 años en Huila, representa a la nueva generación que redefine la tradición.

Maragogipe – Variedad Ultra Exótica, de Norte de Santander, ofrece granos grandes con notas delicadas, tipo té, ideales para tomar con calma.

Café Cauca, de baja acidez, se combina perfectamente con postres y refleja la dulzura de los suelos del sur colombiano.

Café Pacho y Café Arboledas completan la línea regional, cada uno capturando los microclimas únicos que hacen del cinturón cafetero colombiano un territorio tan expresivo.

Cada etiqueta es transparente —desde el proceso hasta la altitud— conectando directamente al consumidor con las personas detrás de cada grano. Un recordatorio de que detrás del pulido de Caffa hay un profundo respeto por la tierra y por quienes la trabajan.

Gastronomía y experiencia

La carta de comida y bebida de Caffa merece su propio protagonismo. Su Menú 93 parece una carta de amor a los ingredientes colombianos con influencia internacional.
El café lo anima todo, pero el reparto de secundarios es igualmente interesante:

Bebidas: Caffa Chai, Golden Milk, Cold Brew del Bosque, Affogato y Filtrado Exótico.

Comidas: Croissants, brownies, waffles de yuca, tiramisú secreto, y sánduches como el Taj Mahal y el Serrano.

Sus waffles de yuca son ligeros y elásticos — una reinterpretación local de un clásico global. El Caffa Chai y el Cold Brew del Bosque, madurado en barriles de whisky, demuestran su talento para equilibrar tradición y experimentación.

Eso sí, no todo alcanza el mismo nivel. Aunque el café siempre deslumbra, la pastelería y la frescura no son su punto más fuerte — algunos clientes mencionan que los productos horneados a veces no están al nivel del café. Y sí, varios consideran los precios altos. Pero la mayoría coincide: vale la pena.

Sabor, ética e identidad

Caffa se ubica en la intersección entre sabor y propósito. Su café no solo apela al paladar, sino que cuenta una historia de trazabilidad, respeto e identidad. Cada sorbo refleja la diversidad de Colombia y el compromiso de la marca con la integridad.

Caffa tiende un puente entre dos mundos: el consumidor urbano que busca calidad y el productor rural que aporta autenticidad y oficio. Sus precios reflejan ese equilibrio — más altos que el promedio, pero sustentados en valor.

Aquí no pagas por la decoración ni por palabras de moda; pagas por estabilidad, ética y experiencia. En ese sentido, el producto de Caffa es tanto confianza como sabor.

La sostenibilidad como práctica diaria

La sostenibilidad en Caffa no es una campaña, es una costumbre. Se enfocan en operaciones de bajo desperdicio, abastecimiento responsable y programas de formación para agricultores sobre preservación del suelo y el agua.

Sus alianzas priorizan el equilibrio ecológico a largo plazo, demostrando que el café moderno puede prosperar sin explotar sus raíces. En sus tiendas, este compromiso se traduce en materiales reciclables, vasos reutilizables y recordatorios sutiles sobre el consumo consciente.

Es un tipo de responsabilidad ambiental que no necesita adornos — está integrada en su cultura. Caffa lidera con el ejemplo, demostrando que una cafetería puede ser moderna y consciente sin convertir la sostenibilidad en espectáculo.

¿Qué encontrarás en Caffa?

Caffa no intenta ser el café más barato de Bogotá — intenta ser el más honesto. Algunos dicen que es costoso; otros, que lo vale. La verdad está en medio: sus precios reflejan oficio, ética y trazabilidad, no ego.

Aquí el café no solo te despierta — te informa. Te cuenta historias de caficultores, procesos y paciencia. Y, más importante aún, cumple su promesa: hacerte salir más feliz de lo que entraste.

Caffa no vende café; ofrece confianza. Y en una época donde la autenticidad es escasa, eso podría ser lo más valioso del menú.

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