9 de octubre de 2025
Ubicación: Cra. 12a #83-64, Bogotá, Colombia
La escena de bares de Bogotá está llena de sorpresas, pero pocos lugares captan su espíritu creativo como Huerta Coctelería Artesanal. No se trata de la típica coctelería ruidosa, sino de un espacio tranquilo y bien elaborado donde cada bebida cuenta una historia. Escondido de las zonas nocturnas más concurridas de la ciudad, Huerta se centra en ingredientes frescos, sabores equilibrados y un ambiente relajado que resulta acogedor al instante.
Aquí, los cócteles se elaboran con frutas locales, infusiones de la casa y hierbas recogidas con esmero, y la comida es igual de esmerada. Ya sea para tomar una copa tranquilamente, una cena ligera o una velada completa con amigos, Huerta te ofrece esa rara mezcla de calidad y comodidad que te hace volver.
Lo más destacado de Huerta
En Huerta, el menú es un baile entre productos de temporada, maridajes ingeniosos, licores artesanales y sabores sutiles. No se trata de volumen o decadencia exagerada, sino de precisión, descubrimiento y superposición de elementos para que cada bocado o sorbo conlleve preguntas y revelaciones.
Nos damos cuenta de que el menú está dividido no sólo por platos, sino también por bebidas espirituosas, productos de temporada e interacción: platos pequeños, platos para compartir, platos principales, postres y una sección de cócteles que parece poesía con anotaciones sobre los ingredientes. Detrás de cada palabra, de cada guarnición, de cada “infusión de la casa” hay una intención.
Detrás de esas partidas encontrará platos que no esperaría en un coctelería - cosas que coquetean con una mentalidad de menú degustación: componentes como hierbas cultivadas localmente, microgreens, aderezos fermentados y puentes vegetales entre la carne y la planta. El menú cambia. Había platos con quesos frescos, tubérculos, tostas creativas y pequeños platos para acompañar las bebidas.
Empezar fuerte
En Huerta, los aperitivos son algo más que algo para picar antes del plato principal: son una sabrosa introducción al estilo creativo del bar. El menú cambia con la temporada, pero normalmente puedes contar con una mezcla de pequeños bocados para compartir que combinan a la perfección con un cóctel.
Puede empezar por su patacones con guacamole, crujientes rodajas de plátano verde cubiertas con cremoso aguacate y un toque de lima. O decántese por el empanadas de la casa, dorados y rellenos de sabrosas carnes o verduras, servidos con un suave ají para la inmersión. En pan de bono - un pan caliente y con queso que es uno de los favoritos de los colombianos- es otro triunfo fácil, sobre todo si acabas de acomodarte con tu primera copa.
Son entrantes sencillos y satisfactorios que no roban protagonismo, pero que marcan la pauta de lo que Huerta sabe hacer mejor: ingredientes frescos, sabores bien condimentados y atención al detalle.
El acontecimiento principal
Los platos principales de Huerta siguen la misma línea que sus cócteles: ingredientes sencillos, muy bien elaborados. La carta no es enorme, pero cada plato está cuidadosamente pensado. Encontrarás una mezcla de platos colombianos favoritos con un toque moderno y ligero que encaja con el ambiente relajado.
Destaca el lomo al trapo, un tierno corte de ternera cocinado a la perfección y servido con verduras asadas o patatas rústicas. Si te apetece algo más ligero, el tartar de salmón es fresco y sabroso, mezclado con aguacate y hierbas para un acabado limpio que combina muy bien con cualquier bebida cítrica. Las tostadas de gambas son otro de los platos favoritos: crujientes, cargadas de gambas y sabores tropicales que aportan un agradable contraste con los cócteles más ahumados del bar.
Las opciones vegetarianas también tienen su sitio aquí. La ensalada Huerta es brillante y crujiente, llena de verduras locales, frutos secos y fruta fresca. Se nota que la cocina valora el equilibrio: nada resulta demasiado pesado y todos los platos combinan bien con las bebidas.
En general, los platos principales de Huerta son perfectos para compartir o para convertir la velada en una comida completa. Es el tipo de comida que complementa a los cócteles en lugar de competir con ellos: sabrosa, fresca y satisfactoria sin complicar demasiado las cosas.
Un bocado dulce
Huerta es conocido por sus cócteles, pero no se salta la parte dulce de la noche. La carta de postres es pequeña pero cuidadosamente seleccionada, lo justo para terminar tu visita con una nota alta sin sentirte exagerado.
Si lo tuyo es la comodidad clásica, prueba el tres leches. Es suave, cremoso y perfectamente dulce, con un sabor casero que se siente como en casa en un lugar que valora la artesanía. Otro favorito es el brownie servido caliente con una bola de helado de vainilla o coco, lo bastante rico para compartirlo pero lo bastante tentador para terminarlo solo.
Para algo más ligero, el postre de maracuyá da en el clavo. Ácido y refrescante, es un toque tropical que equilibra una comida más pesada o redondea muy bien unos cócteles.
Los postres de Huerta no están pensados para robar protagonismo; están ahí para cerrar la visita con un toque relajado y satisfactorio: dulces, sencillos y elaborados con el mismo mimo que define todo lo demás aquí.
Lo mejor de todo: los cócteles
Aquí es donde Huerta brilla de verdad. Aquí los cócteles no se mezclan sin más, sino que se elaboran con un propósito. Se nota el esfuerzo que hay detrás de cada bebida, desde los ingredientes frescos hasta los siropes e infusiones caseros que les dan su sabor característico. Los camareros saben lo que hacen, y estarán encantados de guiarte hacia algo que te encantará, tanto si quieres algo afrutado, ahumado o con alcohol.
Si es tu primera visita, empieza con el Huerta Mule, una refrescante versión del clásico, elaborada con jengibre local, notas herbales y el punto justo de picante. El Gin & Albahaca es otro de los favoritos: fresco, aromático y ligeramente floral, muestra de la habilidad del bar para utilizar hierbas de forma creativa.
Para algo más fuerte, opta por el Mezcal Sour o el Negroni de la Huerta. Ambos equilibran la audacia con la suavidad, y vienen muy bien presentados: nada llamativo, sólo limpios y seguros. Si le gustan los sabores más afrutados, el Maracuyá Spritz es un éxito local, ya que combina fruta de la pasión y prosecco en una bebida tropical y elegante a la vez.
Huerta también ofrece una cuidada lista de cócteles sin alcohol, elaborados con el mismo esmero que el resto de la carta. Entre ellos se incluyen refrescos de hierbas, mezclas de frutas y cócteles con especias o flores, perfectos para los que quieren disfrutar del sabor sin el colocón.
Todas las bebidas son coherentes con el estilo de Huerta: limpias, frescas y equilibradas. Es el tipo de programa de cócteles que no necesita artificios, sólo una sólida artesanía y un buen equilibrio.
Todo sobre la atmósfera
Este lugar es ideal para parejas en una cita, grupos pequeños que buscan una noche tranquila pero animada, viajeros que buscan el sabor local más allá de los bares turísticos, o cualquiera que desee ir más despacio y saborear. No es un lugar para conversaciones a gritos o fiestas bulliciosas: es un lugar para el matiz, la sensualidad y la conexión.
Al entrar, se respira un suave silencio: luz tenue, vegetación alrededor, materiales naturales (madera, piedra, plantas). La decoración parece un híbrido de jardín y taller: paredes con enredaderas, lámparas delicadas, macetas, tonos terracota, toques de metal y cristal. Las lámparas son lo bastante tenues para resultar íntimas, pero lo bastante luminosas para leer el menú. Hay espacio entre las mesas; no te sientes apretado.
El sonido es cuidado: música ambiental con un poco de onda (jazz, electrónica suave, fusión latina), volumen ajustado para que oigas a tu acompañante, no para que grites. El espacio, la distribución y la disposición de los asientos son intencionados.
La iluminación cambia a medida que anochece: tonos más cálidos, brillos sutiles, posiblemente velas o luces de acento suaves.
Un ambiente acogedor
El servicio de Huerta es cálido y cercano. Los camareros se mueven con elegancia, atentos pero sin agobiar. Traen agua, explican los platos del menú, sugieren maridajes, vuelven con una sonrisa y rellenan cuando es necesario. El ritmo es mesurado: sin prisas, pero sin largos espacios vacíos. Si hace una pausa entre plato y plato, lo respetan; si su vaso está bajo, alguien lo comprueba tranquilamente sin entrometerse.
Da la sensación de que te reciben, no de que te sirven. Hay una sensación de gusto colaborativo: el personal está dispuesto a explicarle el menú, adaptar las bebidas, sugerir secuencias de platos y ajustar los elementos a sus preferencias.
Debido al ambiente y a la naturaleza del menú, el público se inclina hacia las parejas, los lugareños conocedores de la comida y los viajeros que prefieren la sustancia al espectáculo.
Más ventajas que inconvenientes
Nos encanta Huerta, pero creemos que cada lugar puede crecer aún más. He aquí nuestras sinceras reflexiones sobre lo que destaca y lo que puede mejorar.
Lo que Huerta hace bien
- Integridad y creatividad de los ingredientes: La forma en que los productos de temporada, las hierbas, las tinturas caseras y los licores locales se entretejen en la comida y la bebida da identidad al lugar. Se siente arraigado en la tierra de Bogotá y en la artesanía.
- Estructura de menús equilibrada: El paso de los aperitivos a los platos principales y al postre, así como el maridaje de las bebidas, respetan la velada, dejan que los sabores respiren y evitan los excesos.
- Bonita presentación sin alardes: Las guarniciones, el emplatado, la cristalería... todo ello resulta pulido pero no pretencioso. Lo visual siempre está en armonía con el sabor.
- Servicio atento: Te sientes visto. El personal se adapta, explica, ajusta. El diálogo de gustos está vivo.
- Coherencia atmosférica: Desde la entrada hasta la iluminación, pasando por los asientos, todo forma parte de un único relato visual.
Lo que podría ser aún mejor
- No hay muchos aperitivos: Entre el aperitivo y el plato principal, algunos limpiadores del paladar más o interludios del tamaño de un tentempié (chips de plátano crujiente, panes de hierbas, pequeños tenedores de degustación) mantendrían la energía en aumento sin fatiga.
- Señalización más clara y facilidad de acceso: Si llega de noche (o con lluvia), la entrada es sutil. Un marcador o una indicación de dirección suavemente iluminados pueden ayudar a los visitantes que llegan por primera vez a encontrar el camino con más seguridad.
- Cócteles limitados: Las bebidas sin alcohol son creativas, pero añadir unos cuantos cócteles de autor “estrella” sin alcohol (con complejidad botánica) garantizaría que los que se saltan las bebidas espirituosas se sintieran en igualdad de condiciones.
Un pensamiento de despedida
Huerta Coctelería Artesanal es una de esas joyas de Bogotá que se gana tu lealtad sin hacer ruido. No es ruidoso ni ostentoso, simplemente bueno. Los cócteles son creativos sin ser pretenciosos, la comida es sabrosa y equilibrada, y todo el local está pensado para gente que aprecia la calidad en un ambiente relajado.
Ya sea para una cita, una cena en grupo reducido o simplemente para relajarse después del trabajo, Huerta ofrece la combinación perfecta de comodidad y artesanía. El personal te hace sentir bienvenido, la música se mantiene al nivel perfecto para conversar y cada detalle, desde la iluminación hasta la cristalería, es intencionado.
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